viernes, 18 de diciembre de 2009

SE HACE CAMINO AL ANDAR

Los pasos se marcan con la actitud, con los sentimientos, sensaciones. Los pasos pueden ser firmes, o estar llenos de dudas, denotan nervios y ansiedad. Todo lo que pasa, pasa por los pasos que damos.

Por lo tanto, considero muy importante el calzado. No es lo mismo ir por la vida en Habbaianas, Topper, Converse, botas o sandalias. AL margen, la decisión del tipo de calzado denota personalidad. Por supuesto, también transmiten un paso del tiempo, o de actividades. Es obvio que si estoy con botines, es porque vengo de entrenar, y no porque voy al cine.

Mis recuerdos no bajan de Habbaianas y Topper, los de mi primera adolescencia al menos, luego Converse, pero no más ahí. Alguna que otra bota…. que incrusté en el fondo del placard rápidamente. Pero un día entré a laburar a una oficina, y ya no daba venir en ojotas o zapatillas rotas. Luego de un primer sueldo llegó el primer par de botas.

Todo el otoño/invierno/primavera lo alterné entre mis botas nuevas, las botas de mi hermana, y zapatillas “mas o menos zafables”. Pero llagó el calor, mucho calor. Las botas están buenas, rápidamente me di cuenta de que me gustaban, pero la verdad es que prefería andar en zapatillas, y que además, eran muy caras. Pero sandalias ¿¿?? NO, definitivamente NUNCA me gustó andar en sandalias, no me gusta como le quedan a los otros, no me gustan en vidriera, menos que menos en mis pies.

Pero el calor no me dejó mucha alternativa, después de varias compras fallidas, y todo un invierno por delante, realicé la primer compra de sandalias perfectas, hermosas, buenisimas, con toda la onda. WAAAAAAAAATTTTHHHHHHH?! Hello!! Las sandalias no te las regalan flaca! Las estás pagando!! Y no son BARATAS. Pero tranqui, por algo trabajas, tenés tu plata, haces lo que quieras con los billetes: vas 3 fechas seguidas a guasones, te comprás sandalias, salís a comer, compras cd´s, etc.

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RENUNCIÉ!!! Me quedo sin trabajo, estoy a la deriva, no voy a cobrar.

Las sandalias son un camino de ida, una vez que le agarrás la mano fuiste, ahora tenés un gasto más. Y lo peor, es que fuera de la oficina, ¿Cuándo las voy a usar? Pero ahí están, como llamándome desde la vidriera, y no me puedo negar.

Son como las birras de le heladera, me llaman, corean mi nombre, y yo las escucho a toda hora y en todo lugar.

2 comentarios:

  1. Me llamo Vilma y te invito a leer mi historia.

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  2. y te las compraste no? aguante las sandalias, el calor, y los pies en libertad

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